La Habana, Cuba.- De la atracción irresistible del bonsái, árbol miniaturizado por la mano del hombre, pocos escapan. El arte dominando la naturaleza, transformándola a su gusto y capricho.

Bonsái, vocablo cuya traducción literal del japonés al español es: árbol en bandeja, establece una peculiar relación entre la espiritualidad del hombre y la impronta de la naturaleza, a partir de la filosofía que sustenta la cultura oriental, la estética del equilibrio asimétrico y la regla del triangulo eterno: tierra-hombre-divinidad.

Orígenes de una técnica que se remonta a la China del siglo VIII (ANE), y no al Japón como erróneamente se asume. Los cultivadores japoneses se lo apropian entre los años 764 y 1185, pero no es hasta 1889, durante la Exposición Universal de París, que irrumpe en el mundo occidental a través de una treintena de diminutos árboles que formaron parte del pabellón japonés.

Cultivar y mantener un bonsái no es tarea imposible pero, sin dudas,  quien lo intente, necesita tiempo, paciencia y dedicación.

Este artificio de la jardinería asiática dirigido a reducir el tamaño de un árbol, o mejor dicho, evitar su desarrollo normal, no sólo requiere podar y cortar sus ramas, sino conocer las sutilezas de la técnica.

Hay que comenzar por las "Regla de las Tres Partes".  Es decir, tomar las medidas del espacio total de la planta y su maceta, dividirlo en tres partes iguales de forma horizontal y vertical. El resultado es una  "división del espacio" antes de comenzar a podarla, y a su vez, esto le permitirá obtener un árbol en miniatura armónica y apropiadamente formado.

Los tres elementos básicos para dar forma a un bonsái son: poda,  “pellizco” manual, y alambrado. Claro que requerirá un buen par de tijeras afiladas y pinzas cortadoras de alambre de cobre.

La poda puede controlar su crecimiento, eliminar el follaje innecesario y las malas hierbas. Haga todos sus cortes por encima de los brotes y el centro principal del árbol. Deje aquellos que se encuentren en el exterior del tronco, pues forzará al bonsái a crecer hacia arriba y hacia el exterior.

Y algo muy importante: No corte sus partes bajas con demasiado distancia entre sí, ya que debilitará las ramas.

Las hojas deben ser parejas con sus tallos. Las muy largas atraen insectos. Quite las ramas y hojas disecadas y si todavía no ha logrado la forma deseada, afine las ramas restantes hasta obtener el diseño buscado.

Tenga presente que si quita muchas ramas gruesas o pedazos de tronco, debe de cortarlas tan cerca del tronco como le sea posible.

Saque fuera las maderas más pequeñas utilizando un cincel. Si quedan huecos, proteja el área insertando algunas cortezas, ya que las mismas no crecerán sobre estas mismas áreas por bastantes años. Un tiempo extra para tratar esas “heridas”, serán indetectables cuando cicatricen.

Muchos se preguntan si cualquier árbol puede reducirse a bonsái, y según los expertos, realmente es así. Se han expuesto almácigos, robles, ocujes, pinos, almendros, sauces, e infinidad de muestras más.

Otra preocupación radica en que si al llevarse a ese tamaño pierde su floración. Al contrario, florecen acordes a su tamaño, añadiéndole más belleza al conjunto.

Múltiples ejemplos se exhiben a cielo abierto en la popular Rampa habanera de la capital cubana, donde la II Bienal Nacional Bonsái Habana cautiva con sus muestras, que después pasarán al Museo Nacional de Artes Decorativas.

En fin, sólo queda desear suerte a quienes heredan esos regalos de natura, e invitar al resto a que hagan la prueba, el tiempo pasa y como premio a su paciencia, el bonsái recreará su espíritu y... su hogar.