Cultivo pinero del bonsai

“Cultivar un bonsái demanda formalidad y constancia, a largo plazo,” sostiene el sicólogo Antonio Suárez Rodríguez. FOTOS: Wiltse Javier Peña hijuelos

Una decena de lectores asiduos a esta sección, motivados por los injertos de cactus publicados recientemente, solicitaron una mirada similar al mundo de los bonsáis. Enrumbado por ellos, encontré que surgió como objeto de culto entre los monjes taoístas, para quienes era símbolo de eternidad.

Cada árbol, en su consideración, era un puente entre lo divino y lo humano, entre el cielo y la tierra. Según la tradición, aquellos capaces de mantenerlo vivo –demandando tanta perseverancia, consagración y esmero–, tenían asegurada la eternidad.

Muy estimados eran y son, en todo el mundo, los “bonsáis enanos” que retorcidos y achacosos acumulan cientos de años sin lograr frondosidad, como los júcaros de nuestra reserva forestal, en Los Indios. Nacieron sobre un sustrato extremadamente escaso en nutrientes: la arena sílice. Hay que ir allí y verlos para tener una idea de cómo han logrado sobrevivir sin alimento ni agua y siempre en lucha con los reveses climáticos.

Una panorámica, filosófica y creativa, cautivó a quien imparte sicología en la Facultad de Ciencias Médicas, el máster Antonio Suárez Rodríguez; también presidente de la Sociedad Cultural José Martí:

“Tuve las primeras noticas a comienzos de 1980 –rememora–, y desde entonces estoy bregando con los bonsáis”.

En el 2000, con aficionados de todo el territorio, fue creado el Club de Bonsái Isla de la Juventud, y realizaron su primera exposición en la Casa de la Amistad, en Nueva Gerona.

“Nos dimos cuenta de que no es conveniente moverlos de un lugar a otro porque sufren demasiado y el trabajo de muchos años se puede malograr, perder o dañar de forma irremediable”.

Con todo, y porque la situación lo demandaba, lo volvieron a hacer.

“Cuando los cinco héroes estaban todavía en prisión… y se hizo la campaña mundial de poner una cinta amarilla al tronco de los robles, símbolo de resistencia y confianza de que volverían, tuvimos un roble-bonsái en el lobby del cine Caribe, a tiempo permanente, con su cinta amarilla. ¡No podía faltar!”

Más recientemente “… también utilizamos al bonsái como terapia ocupacional en la Universidad del Adulto Mayor. Esta experiencia la llevamos a un evento internacional, fue premio, y está en las Memorias del Congreso Tecnología y Salud”.

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