ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Carmen, por la Ópera de Rennes, llegó a la pantalla doméstica cubana. Foto: Sitio web de la Ópera de Rennes

Quien busca, encuentra. El desplazamiento hacia la televisión del Mes de la Cultura Francesa en Cuba, por acuerdo del Ministerio de Cultura, el ICRT y la Embajada de Francia en La Habana, trajo a finales de mayo propuestas diversas para gustos públicos también diversos y la oportunidad de acercarnos a manifestaciones de vanguardia con las que se puede, o no, estar complacidos, pero en ningún caso permanecer indiferentes, en tanto aportan información acerca de modos de hacer que deben ser confrontados con nuestras experiencias.

Particularmente llamo la atención en torno a dos manifestaciones: la escena lírica musical y la danza contemporánea; una, el registro de la puesta en escena de Carmen, de Georges Bizet (2017), por la Ópera de Rennes; otra, la presentación de la compañía dca, del coreógrafo Philippe Decouflé, con el espectáculo Todo debe desaparecer (2019), en el Teatro Nacional de Chaillot.

A los amantes de la ópera no debió tomar por sorpresa el montaje de Rennes, si es que han seguido el programa que conduce el venerable maestro Ángel Vázquez Millares cada viernes por el Canal Educativo. Más bien confirmaron la continua renovación de los códigos que con cada vez mayor frecuencia se asume y comunica la ópera en tiempos actuales, algo que entre nosotros aún es excepción y no regla.

El papel del director artístico y el equipo técnico artístico devienen decisivos. La institución bretona fichó al italiano Nicola Berloffa, quien en los dos últimos decenios se ha labrado un camino en el Teatro alla Scala de Milán, el Maggio Musicale de Florencia y las plazas líricas de Nápoles, Venecia, Parma, Ferrara y París.

Berloffa dejó intacto el núcleo dramático de uno de los títulos más populares del género, como para que la pasión, el libre albedrío, los celos y el destino trágico de los protagonistas fluyeran con gradual intensidad. Eso sí, refrescó la imagen, saltó por encima de la referencia temporal original y comprometió la iluminación y la escenografía, a cargo de un diseñador de primera línea, Rifail Ajdarpasic, para acentuar espacialmente los conflictos.

Imaginativa y audaz fue la solución de la corrida de toros y la antesala del desenlace en el acto final, al contraponer protagonistas y figurantes sobre la escena con una película muda que representaba paralelamente la misma trama en una pantalla.

Compacto, sin fisuras, el desempeño vocal y actoral de Julie Robard-Gendre (Carmen), Antoine Belanger (Don José), Marie Adeline Henry (Micaela) y Regis Mengus (Escamillo), así como la pulcritud estilística de la batuta del veterano Claude Schnitzler.

En cuanto al espectáculo de Decouflé, develó la trayectoria de un coreógrafo que se mueve entre la tradición y la postmodernidad, entendida esta como la relativización de fuentes y apropiaciones, bajo los principios del desenfado, la parodia y el reciclaje. Al frente de la compañía dca, desde los años 80 ha ido dejando huellas en la escena europea, las cuales resumió en un collage de varias de sus puestas, por invitación del parisino Teatro Nacional de Chaillot durante una jornada en la que ocupó todos los espacios de la institución.

La televisión mostró tan solo una parte del espectáculo –imposible captar la simultaneidad de acciones y la prolongada duración–, suficiente para saber de qué va la integración de danza, pantomima (Decouflé fue discípulo del mítico Marcel Marceau), circo, video, cabaret y música en vivo. 

Intelectualmente atrevido, emocionalmente edificante, los más logrados momentos remitieron a los fragmentos de piezas que marcaron hitos en su carrera (Octopus, Corazones cruzados, Tritón, Contacto). Los actores-danzantes poseen entrenamiento, vigor y una perspectiva multidisciplinaria que se ha de tener en cuenta.

Un crítico dio la medida del alcance de la proyección al afirmar: «El arte de Philippe Decouflé se arraiga en la década de 1980 y destila una forma de pop y ligereza ácida, rebosante de inventiva e infinitamente poética. Este genio estrafalario trasciende el tiempo y sigue siendo relevante en la actualidad. ¡Todo debe continuar!».

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