ÓRGANO OFICIAL DEL COMITÉ CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA
Portada del libro 

ESPAÑA.— Unas semanas atrás la sede de nuestra Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) se repletó de público interesado para asistir a la presentación de Alicia Alonso o la eternidad de Giselle. Ese libro, que recoge décadas del desempeño de la gran bailarina en el ballet romántico, tiene un similar —en cuanto a intenciones, resumen de sabiduría sobre el tema, eficacia comunicativa— en otro título de Ediciones Cumbres, que debemos también a la paciente labor y el talento como investigadora y ensayista de Mayda Bus­tamante. Me refiero a Alicia Alonso en Car­men: mito y leyenda.

Bustamante establece en un sintético y agudo prólogo las pautas fundamentales de la obra coreográfica de Alberto Alonso —estrenada por el ba­llet cubano el 1ro. de agosto de 1967— y el aba­nico de voces autorizadas que ha resaltado la fuerza, la singularidad, la magia de la interpretación de la gran bailarina cubana.

Entre los testimonios, impresiones, estudios que este libro agrupa con notable eficacia y sutil in­tencionalidad, me llama la atención la forma espléndida en que Nicolás Dorr —uno de nuestros importantes y más estrenados dramaturgos del último medio siglo— deja constancia de su deslumbramiento por la labor de Alonso en ese gran personaje.

Anoto esta hermosa definición de Nicolás acerca de una poderosa imagen artística que mucho hemos disfrutado los cubanos y el público de nuestro Ballet Nacional en las más diversas plazas del mundo: “Una mano se impone sobre la tensa cadera, la otra se apoya voluptuosa y reafirmante sobre la rodilla, mientras el rostro levantado y fijo en su irresistible voluntad de reto, mira al frente buscando un punto de fuego en la lejanía. Y ahí está ya el símbolo; una mujer que escudriña e indaga en los misterios, que nos mide y se mide al mismo tiempo como un toro en el ruedo; una mujer que se afirma en su sensualidad y disfruta el espacio que le evidencia la libertad”.

Otro momento formidable y de gran utilidad dentro de este libro se localiza en la larga y enjundiosa entrevista que realizara Pedro Simón al coreógrafo Alberto Alonso, padre de esta singular apro­pia­ción de un argumento ya clásico que arran­ca con la novela de Merimée y pasa por la ópera de Bizet.

En el diálogo entre el artista singular y el gran conocedor del proceso creativo y la historia del ballet que es Simón, asistimos a una suma de detalles, reflexiones y hasta disyuntivas sobre la creación en el arte del movimiento que constituye un tesoro para estudiosos y hasta para el público más interesado.

Tengo la certeza de que este libro —que se com­plementa con formidables fotos muy bien utilizadas en el agradable diseño de Carril Busta­man­te— llegará también pronto al lector-espectador cubano.

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