Día de “macho” trabajo
- Por Rosana Rivero Ricardo
- Hits: 3069
Hoy decidí hacerme un regalo. Me lo merezco, al menos un día, de los 365 restantes del año. Comenzaré bien tempranito, justo al despertar, con una amnesia selectiva de siglos de dominación patriarcal y educación machista. Me olvidaré de mi vocación de servir y aprenderé a ser servida.
En cuanto abra los ojos, en vez de correr a la cocina para montar el café, me estiraré lentamente en la cama y remolonearé un poco para esperar al bien dispuesto desayuno sobre la mesa.
Me tomaré mi tiempo frente al armario y, por primera vez, escogeré la ropa para mí, esa que resalta las curvas y las líneas. La escogeré sin miedo aunque sea muy corta, muy escotada o entallada por lo que puedan decir los “vaciladores” por ahí. La ropa no es para ellos ni para provocarlos.
Saldré de casa sin otra preocupación más que las laborales. No estaré inquieta por si dejé comida hecha o, al menos, adelantada, o si falta un ajo, la vianda o si se ha debilitado el plato fuerte.
El camino al trabajo dejará de ser una película de terror. Será, en resumen, un buen filme de aventura. Podría titularse “la mujer sin miedo”, porque al fin no cambiaré de acera al toparme un grupo de hombres que, probablemente, me miren como si fuera una cerveza fría en pleno agosto. Definitivamente no usaré audífonos que hasta ayer funcionaron como “oídos sordos” ante la “bendición” o la grosería de algunos que, en modo Caperucita, te espetan un: “Pero niña, ¡qué ojos más grandes tú tienes!”, entre otras cosas “grandes” menos publicables.
Por primera vez los enfrentaré para decirles que es muy delgada la línea entre el piropo y el acoso y que el mejor halago es el que no se dice.
Pasaré por una tienda y me resistiré. No entraré a comprar pasta, jabón, colcha de trapear o detergente. Eso no estará en mi lista de preocupaciones. Tampoco será mi responsabilidad absoluta la consulta médica de los niños, de los padres o los abuelos. Este día habrá alguien que se encargue de todo eso.
Asistiré tranquila a una entrevista de trabajo para el puesto que tanto ansío, convencida de que no preguntarán, antes de leer mi currículum, si tengo hijos pequeños o me pienso embarazar pronto.
Para referirme a mi pareja lo denominaré, posesivamente, como “mi hombre”, así como por siglos ellos han dicho “mi mujer”. Tal vez la gente se acostumbre, se olvide de su nombre y lo bauticen como “el hombre de Mengana”.
Aceptaré sin titubear los viajes de trabajo fuera de la provincia, lo mismo si es por tres días o tres años, simplemente contaré con el respaldo que tengo en casa.
Saldré del trabajo cuando me haya sentido satisfecha con mi jornada laboral, sin importar si es a las cinco o a las siete. Disfrutaré el viaje de regreso sin ir a paso doble corto, porque hay que recoger a los niños y terminar temprano la comida.
Se acabarán las multitareas. En este día no se lavará, cocinará, se atenderá a los niños y se escucharán las noticias al mismo tiempo.
Comeré despacio, saboreando cada bocado, porque la papa que hace otro tiene un gusto especial, no sé por qué. Dejaré el plato sucio sobre la mesa, y la única que tendrá presión será la olla: el fregadero lleno no me presionará más.
Si hay que limpiar, por supuesto que ayudaré… levantando los pies, mientras disfruto de mi serie favorita. O mejor voy a reunirme con mis amigas, porque ese día nadie mencionará que las mujeres juntas son un peligro y que no paran de hablar y de criticarse una a la otra.
Ha sido un día de “macho” trabajo, pero no estoy cansada. Ojalá pueda regalarme otros días como este. Ojalá puedan tenerlo también muchas amigas.
Comentarios
Si como escribes pintas, puedes competir con grades figura de la pintura universal. Parto para comenzar mi criterio sobre la obra, de la parte inicial de tu discurso: ‘’me lo merezco, al menos un día, de los 365 restantes del año. Comenzaré bien tempranito, justo al despertar, con una amnesia selectiva de siglos de dominación patriarcal y educación machista. Me olvidaré de mi vocación de servir y aprenderé a ser servida’’.
De una lectura reposada a la riqueza del contenido de este material busco las esencias en:
Defendiendo la igualdad entre hombres y mujeres
Sacudirte del stress, que, por las limitaciones, estamos sometido, sobre todo para montar la mesa, tres veces al día.
Hacer del trabajo, la entrega, la responsabilidad, el sacrificio, un elemento de motivación en la vida
No alterarse cuando nos falta algo para la vida, y tratar de vivir con lo que tenemos.
Existen otros etcéteras
Mira hice un ‘’matutino’’ en la casa, con tu texto, y sacamos experiencias. Mi esposa cuando le falta una cebolla, o un ajo, parece que la vida le cae arriba, porque estima que la comida no saldrá bien. Las carencias como algunas que tenemos ahora, nos desesperan, nos alteran, nos preocupa, y entonces se está pensando cuando aparezcan en las mercaderías productos deficitarios, entonces, --ante la inseguridad acaparar, prever para el futuro. A veces la falta de una colonita para echarse uno cuando se baña o para los nietos; nos alteramos.
Yo soy de la época que el alimento, --cando aprecia, era Harina de Maíz. Y sin conformismo. Vivíamos y quizás sin menos stress.
Desde mi percepción desde lejos, creo que tu esposo, por la formación que tiene, es un puntal ayudándote en los trajines domésticos. No quiero equivocarme.
Te felicito por tu trabajo. Uno disfruta con esta lectura. Lleva a la práctica lo que has sentenciado.