De piscina olímpica a vertedero
- Por Dariana Hernández Fernández / Estudiante de Periodismo
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Lo que hoy es un macrovertedero, un quinquenio atrás fue lugar donde se practicaba masivamente natación y polo acuático en Gibara.
Al principio, la piscina era un cuadrilátero de estacas encajadas en el mar, donde hoy se encuentra el Init. Los vecinos la construyeron en trabajos voluntarios. Allí se formaron destacados atletas, que posicionaron a Gibara como el municipio de más aportes a los equipos nacionales y con resultados del más alto nivel: Rafael Leyva, primero que logró ser campeón nacional y centroamericano por varios años consecutivos en dos estilos (mariposa y libre); Oscar Periche Cardet, portero de la selección nacional de Polo Acuático por más de 20 años y participante en cuatro Olimpiadas; Juan José Soler González, subcampeón nacional de mayores por varios años, entre otros.
Así adquirió valor histórico y sentimental este inmueble, que luego se reconstruyó de mampostería, ante la convocatoria del entonces primer secretario del Partido en el territorio, Miguel Escalona. Cuentan que predicaba con el ejemplo: incansable a pie de obra, como cualquier trabajador. Se ganó el seudónimo de “El único”.
“Muchos fueron los logros de los atletas gibareños, por eso decimos que la piscina se la ganó y la construyó el pueblo con sus propias manos”, expresó Eduardo Rojas Sarmiento, campeón nacional infantil, varias veces subcampeón nacional, campeón panamericano juvenil y subcampeón mundial juvenil.
Huracanes antipiscina
La piscina olímpica Waldimiro Arcos Riera se concluyó en 1979. Contradictoriamente, no se obtuvieron los resultados deportivos que se esperaban. El municipio atravesaba un momento crítico con el agua potable. La piscina pasaba demasiado tiempo vacía y los atletas no podían entrenar.
En 2008, el huracán Ike la destruyó. Gracias al apoyo de Unicef y la ONU, se reparó con materiales y características especiales, para que pudiera utilizarse con agua salada, bombeada directamente desde el mar.
Nueve años después, el Irma convirtió la añoranza de una piscina olímpica en un macrovertedero, que afecta el medio ambiente y a los vecinos.
De esta manera, se ven limitadas la formación de atletas, la rehabilitación de personas con discapacidad y otros padecimientos, la recreación y la enseñanza de la natación a los niños. Con este fin, había sido reanimada por Unicef. Funcionaba, incluso, con alumbrado para la noche y bombas de agua dulce y salada.
Añoranza por la alberca
Según Andrés Ricardo Rivas, presidente de la Asamblea Municipal, la instalación pasó a manos de Emprestur, encargada en lo adelante de su rehabilitación.
Como la de Gibara, el panorama desolador de otras piscinas en el país afecta el desarrollo de la natación, pues conlleva a una reducción de la masividad, los atletas y entrenadores.
Resulta preocupante presenciar cómo se desaprovechan las potencialidades de lo que un día puso en el mapa deportivo a la Villa Blanca.
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