CAMAGÜEY.- En la Unidad Empresarial de Base (UEB) Maduc (madera, dureza y calidad) el flujo laboral no cayó en cuarentena, ni siquiera en los meses más tensos de la incidencia de la pandemia de COVID-19 en la provincia.

No es que hubiesen encontrado una solución mágica, pero sí se atuvieron a las medidas más estrictas en el cuidado de su preciado recurso humano, más cuando tenían ante sí la misión de cumplir sus múltiples encargos en la fabricación de muebles.

Cada paso se pensó, hasta el reacomodo de quienes, por razones de salud y por los lógicos ajustes fabriles, tenían que acogerse a las distintas modalidades concebidas para estos casos. Ninguno quedó abandonado, ni sin respaldo salarial, y varios asumieron diversas misiones en otras actividades.

EDUARDO, EL CARPINTERO...

Mucho oficio tiene este sencillo hombre, carpintero “A”, labor que abraza desde hace más de 30 años. Eduardo Herrera Hernández es el principal convencido de la calidad humana del colectivo que sindicalmente dirige.

“Los 118 trabajadores han dado una respuesta muy positiva en estos meses. Hemos logrado que en cada puesto de trabajo sepan lo que les toca, que cada uno desde sus obligaciones esté al tanto de cómo marcha la economía de la fábrica, cuestión que puntualizamos en cada matutino semanal”.

Fiel a la disciplina sanitaria, el directivo sindical se acomoda la mascarilla. Y regresa “a la carga”.

“Nuestro destino principal ahora es el turismo. Ello exige acabados óptimos, pues genera confianza en el cliente y permite estabilidad en la garantía de las materias primas, aunque hemos superado carencias de algunos medios como útiles de corte y piezas para ejecutar mantenimientos sistemáticos.

“Disponemos de un instrumental bastante automatizado, pero a la vez crea contratiempos, porque no siempre contamos con la pieza adecuada para reemplazar la que puede romperse. Entonces aparecen las iniciativas y la voluntad de no detenernos”.

—Se habla de muebles con mucha complejidad: ¿tienen personal califi cado para asumir ese reto?

—Una de las cuestiones positivas radica en la estabilidad del personal, compañeros con muchos años en el centro, que han adquirido destreza, además, cuando surge cualquier duda entra a funcionar el trabajo en equipo, y todo sale adelante.

Refiere el dirigente sindical de base, que en la organización interna tienen concebidas varias brigadas, cada una con responsabilidades bien definidas: aparato, banco o ensamble, pintura y tapizado.

—El tema salarial siempre sale a relucir en las asambleas de afiliados. En el caso de ustedes, ¿qué discuten en esos espacios de debate?

—La atención al colectivo resulta una tarea permanente en el Consejo de Dirección. Y el hecho de que hemos aprendido economía, nos permite saber, darles seguimiento a los cumplimientos, a los costos, de una forma tal que rara vez no salimos con buenos salarios, además del dinero asignado al almuerzo y la estimulación por cumplir los planes previstos. Para los directos a la producción, más de la mitad de nuestra plantilla, se aplica el sistema a destajo.

ECONOMÍA Y PRODUCCIÓN EN MANOS JÓVENES

La juventud no está ausente en esta industria, enclavada en la carretera a Nuevitas. Y menos en puestos clave. Un ejemplo es Mariolis Ysalgué González, una mujer que como especialista principal atiende el Departamento de Economía, desde el cual contribuye a la generalización de ideas que permitan disminuir costos y mejorar los ingresos.

“El éxito se debe a que todos han interiorizado la necesidad de garantizar que cada uno de los artículos que elaboramos lleve la calidad solicitada, sea capaz de satisfacer al cliente, eso nos prestigia y ayuda a consolidar el mercado”.

Algunas cifras ilustran: las ventas totales hasta el mes de septiembre marcaban un sobrecumplimiento del 31 %, en tanto las ofertas a la población engloban muebles para la canastilla, sobre todo cunas, de las que se confeccionaron 820 unidades, y otras diversas hasta superar las 1 370.

El destinado al turismo igualmente alienta: Cayo Cruz, al norte de Camagüey, ya ha recibido más de 2 000 artículos en los hoteles Cayo Real y Coco Mar, y en ese diagrama de entregas se suman en predios holguineros el polo de Ramos de Antillas y Baracutey 59.

Ysalgué González agregó que en ventas a otros organismos superaron la entrega planificada. Comentó los positivos registros que presentan en acápites como los ingresos totales, la utilidad después del impuesto y el alza del salario promedio, hasta los 806 pesos, de los 670 inicialmente concebidos.

También joven, y todavía “novato” en el centro, Iván Montenegro, encargado principal de Operaciones —función que agrupa las tareas de producción y comercial— detalla sin documento de apoyatura los compromisos de la industria, con potenciales para continuar creciendo dada la semiautomatización que dispone en sus talleres.

“Los planes mensuales son tensos, cuestión que se complejiza en dependencia del modelo de mobiliario que hayamos asumido”.

—¿Cómo funciona: tienen una cartera de propuestas, o el cliente trae el que se ajuste a sus intereses?

—Llegamos a un acuerdo mutuo, ellos traen el modelo, acá evaluamos por la complejidad si podemos asumirla con nuestra tecnología, y casi siempre los complacemos.

—¿Cumplen los plazos?

—Resulta vital, pues cuando garantizas en tiempo y forma ganas credibilidad. Ahora debemos entregar a Coco Mar 2 704 muebles. Eso entraña confeccionar unos 300 o 400 cada mes para cubrir el plazo convenido. Cuando los días laborales no alcanzan, extendemos la jornada o usamos los fines de semana. Cumplir significa mejorar los salarios de los trabajadores.

“No hay inconformidades”, dice Montenegro con orgullo. El mueble se transporta con un embalaje adecuado, a prueba de golpes, y se ensambla in situ. Una brigada de montaje se encarga de dar el acabado final al mobiliario.

“Estamos entregando desde áreas comunes hasta habitacionales, y las perspectivas de seguir creciendo son positivas. En el 2021 asumiremos Coco Caribe. Otros destinos están en fase de factibilidad y análisis. Pero sí, vamos encaminados”, afirma rotundamente.

AFIANZARSE EN EL MERCADO

Delio Pérez Requena asumió hace poco tiempo la dirección de la UEB Maduc, perteneciente a la firma Dujo (alusiva a un mueble de procedencia aborigen).

“Hemos reforzado el Consejo de Dirección con jóvenes de varias especialidades. Ello ha tenido un impacto muy positivo, como muestran los resultados económicos en estos difíciles meses en los cuales no hemos parado ninguno de los equipos de la fábrica.

“Somos celosos con el ahorro de portadores energéticos. Hacemos paralizaciones en horarios de pico eléctrico, nos ajustamos a los índices de consumo y evitamos usar los equipos de climatización, sabedores de la importación que ello reviste para el país”.

Otra de las variantes empleadas consiste en el uso de las recorterías para obtener multimuebles, banquetas y hasta tendederas, todas con alta demanda en el mercado. Aunque su primer destinatario es la inversionista Almest, también aparecen Salud Pública y el sistema de Comercio Interior.

Concebida como una unidad empresarial de complejidad media, el año le reporta una mayor y mejor consolidación en el mercado, dada la garantía de materias primas. Al fluir sus artículos hacia el Mintur, no solo sustituyen importaciones, sino que contribuyen al fortalecimiento y reconocimiento de la industria nacional.

“No perdemos de vista la calidad, requisito esencial en este segmento al que tributamos. Una comisión pesquisa en cada paso fabril el cumplimiento de los requerimientos, el uso adecuado de los recursos asignados, y resulta meritoria la no ocurrencia de delitos”.

La carencia de medios no les ha impedido cumplir. En ese sentido, Pérez Requena apunta la importancia de la cooperación con otras entidades, como la Empresa Militar Industrial Ignacio Agramonte, para adquirir piezas y en el interés de intercambiar experiencias.

“Nuestro propósito, seguir creciendo, se logra en la misma medida que prestigiemos todos los productos, con estándares de competitividad similares a los facturados en el exterior, o del mejor fabricante en el país”.

Y pueden lograrlo, sobre todo porque en ellos prima la profesionalidad. Ahí radica, sin dudas, la dureza de Maduc.