Meucci fue un prolífico inventor pero un fracasado hombre de negocios.

El inventor presentó su "telégrafo parlante" a la Compañía estadounidense de Telégrafos Western Union, sin lograr interesarla en su aparato.

Más tarde la propia Western Union comercializó el teléfono de Graham Bell, quien se llevó la gloria de la invención por muchos años.

Un accidente posterior que generó graves quemaduras a Meucci hizo que su esposa se viera precisada a vender este aparato, junto a otros modelos de invenciones, a un comerciante de segunda mano por la suma de seis dólares.

Pruebas en La Habana

Las primeras pruebas del "teletrófono", fueron conducidas por Meucci en la capital de Cuba, cuando este trataba el reumatismo con la ayuda de descargas eléctricas.

El emigrante italiano trabajaba como escenógrafo en el Teatro Tacón, de La Habana, a la vez que continuaba con sus investigaciones en su tiempo libre.

En Cuba inventó un nuevo método de galvanización de metales que se aplicó en equipos militares del ejército cubano.

A la par desarrolló un método para tratar enfermedades a través de la aplicación de descargas eléctricas, el cual se hizo muy popular en la capital de Cuba.

Se dice que mientras practicaba el tratamiento a un paciente, el italiano escuchó la voz de este desde una habitación contigua, transmitida por medio de un alambre de cobre.

El inventor italiano abandonó Cuba en busca de más oportunidades para desarrollar sus tecnologías en EE.UU. y por el recelo que su filiación masónica e ideales independentistas despertaba en las autoridades coloniales españolas.