Pelo malo: ¿Cuál es el peine que te peina?
Al igual que con la ropa, que sin modelos fijos o pautas que marquen tendencias y estilos, en Cuba la peluquería proyecta una moda. Sí, ya los tiempos del desriz, del secador de pie, de los peines calientes y las ondas frías parecen haber pasado, y aquellos “trucos de la abuela” sucumben ante el mercado de la keratina, muy popular por estos años.
A partir del consumo de series televisivas extranjeras, videos musicales, y por la experiencia directa con visitantes foráneos se puede saber en la isla qué es lo que se lleva: si un peinado corto, garzón, siete capas, o simplemente un rapado… Si el pelo rizo o laceado.
Lo cierto es que los tratamientos y masajes con productos afrodisíacos y otros han sido desplazados. Las cremas de arroz, de aguacate, aceite ricino, huevo y hasta güira parecen hoy cosas de otro tiempo, de las que se recuerdan con nostalgia. Todo el mundo quiere hacerse la famosa keratina. Da lo mismo, hay para todo tipo de cabello, sin distinción de raza o sexo. Hasta los más “adelantados” quieren aplicársela.
También hay de diferentes tipos, y varían sus precios de un peluquero a otro, según el municipio, y la disposición de este. Que si de chocolate, que si plástica, que si contiene silicona, que si con más formol, que más grasosa, que si deja más brillo. Así se oyen los comentarios en las calles.
Un detalle puede ser revelador si se habla de la keratina, y es que se trata de un lujo cuando el bolsillo se menciona, puede costar entre 10 y 15 CUC por cada onza, que si comienza a multiplicarse en cabellos que exceden las tres, se vuelve una preocupación.
Sin embargo, para algunas mujeres –y hombres también- no constituye ningún lujo, sino prácticamente una necesidad de vida o muerte. No se necesita entrevistar a un profesional para que explique el cambio que proporciona al rostro una arregladita del cabello, sobre todo si es con keratina. Aún así, muchísima gente –que en verdad lo necesita- jamás se ha presentado en una peluquería para experimentar con el nuevo “hechizo”, precisamente por su incapacidad de costearlo.
En cambio, otros desbordan los salones de belleza a diario, aunque dicen que el producto tiene una duración aproximada de tres o cuatro meses, en los que conserva su efecto.
Algunas mujeres lucen con orgullo los rizos que la naturaleza les ha dado, huyen de desrizantes y demás químicos.
Aún así, siempre hay quien piensa de manera distinta, y no se deja llevar por la corriente de un mercado despersonalizado que se enriquece a costa de productos en boga. A estos pudiéramos llamarlos grupo popular de resistencia a la keratina y a todo lo que huela a industria e hiperconsumo. Entonces saltan a la vista esas chicas y chicos con largas cabelleras, con drelos, o tal vez con un espendrú, u otros que simplemente prefieren mostrarse naturales, tal como son.
Mientras, existen otros que queremos y no podemos darnos ese lujo, y vemos inalcanzable la keratina, nos enfrentamos diariamente al espejo y nos preguntamos sin asomo de risa: Pelo malo, ¿cuál es el peine que te peina?
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